El control de los medios de comunicación es un pilar de este sistema opresor. La sistematización de la vigilancia constante de los ciudadanos es otro. George Orwell (1903-1950), con una visión profética, aborda cómo los regímenes totalitarios manipulan la verdad. Él muestra cómo crean una atmósfera de paranoia sistemática. Este fenómeno sigue vigente en la era digital.
Orwell nos legó una de las obras literarias más influyentes del siglo XX, 1984. Este libro está ambientado en un mundo totalitario. Sigue la historia de Winston Smith, un hombre común que desafía el despotismo del Gran Hermano. También desafía al “Ingsoc” (socialismo inglés) que gobierna Oceanía.
Oceanía es uno de los tres superestados en un mundo dividido por la guerra perpetua. Los otros dos, Eurasia y Asia Oriental, operan bajo el dominio del neo bolchevismo. Este dominio refleja las tensiones ideológicas del estalinismo soviético y el nazismo alemán.
La vigilancia tecnológica y su sistematización
La globalización y los avances tecnológicos han cambiado la forma en que nos comunicamos. Sin embargo, también han abierto nuevas puertas para la vigilancia masiva. Internet, cámaras de seguridad, video porteros y la trazabilidad de las transacciones bancarias permiten proteger a las personas. Sin embargo, también facilitan el monitoreo exhaustivo de sus actividades. Esta doble faceta del progreso técnico evoca las inquietudes de Orwell:
“Los elencos gobernantes lejos están de hacerse la guerra en forma contra un enemigo exterior, pero sí la hacen contra sus propios súbditos, y su objeto no es conquistar territorios, sino mantener intacta una determinada estructura social” — 1984.
Paranoia: un trastorno colectivo y político
La paranoia es una psicosis crónica caracterizada por la interpretación delirante de la realidad, sin deterioro intelectual. Según Sigmund Freud, su raíz es la proyección. Es un mecanismo por el cual una percepción interna reprimida se distorsiona al ser externalizada. En 1984, esta idea se materializa en la vigilancia extrema, que convierte a niños en delatores y fomenta la desconfianza total:
“¡Arriba las manos! —ordenó de pronto una voz… Un chico de nueve años apuntaba a Winston con una pistola de juguete… La feroz expresión del niño era como para pensar que la cosa iba en serio”.
Freud describió este tipo de paranoia como la externalización del miedo. También lo vio como un deseo de control. Orwell fue más allá y denunció cómo los líderes totalitarios fabrican enemigos imaginarios. Hacen esto para justificar su dominio. Hoy, muchas guerras contemporáneas no buscan conquistas territoriales, sino influir en la estructura política y económica global.
La paranoia como herramienta política y económica
El miedo ha sido explotado por líderes para promover agendas ideológicas y obtener beneficios económicos. Inventar enemigos y crear conflictos es una estrategia que perpetúa ciclos de violencia y desigualdad. Orwell expuso cómo la manipulación del miedo erosiona las libertades individuales y destruye el tejido social. En un mundo hiperconectado, la línea entre seguridad y control se ha vuelto peligrosamente difusa.
Un mundo verdaderamente seguro debe proteger sus instituciones sin coartar las libertades individuales. La vigilancia desmedida reprime la creatividad y la autonomía, erosionando la confianza social. La sistematización de la paranoia puede llevar a una implosión del espíritu humano, generando conflictos destructivos.
La lectura de 1984 sigue siendo una advertencia poderosa sobre los peligros del totalitarismo y la manipulación de la información. La educación crítica y el compromiso ciudadano son esenciales para resistir los impulsos autoritarios y construir sociedades más justas, donde la tecnología sirva para emancipar, no para oprimir.